Norte, hoy todo huele a Norte, todo suena a Norte, todo sabe a Norte. Cierro los ojos y me entra vértigo, por lo que tuve y no tengo y quizás ansÃo, por lo que tengo y no tuve y no sé valorar. Norte, suena a Norte, sabe a Norte, huele a Norte, que ganas de Norte. Recuerdo y delirio, ganas de Alma, ganas de penumbra tranquila y bulliciosa, de tintineo sombrÃo, de chisporroteo audaz, de silencio cargado de ecos. Hoy cierro los ojos y pienso en ti, porque mi deseo de Norte hoy se centra en ti y en ese susurro que me hace, si cabe, prestarte más atención, pongo los mismos temas una y otra vez y quisiera bajar de mi casa, con mi escalera de madera, y perderme por Urzaiz siempre en obras, PrÃncipe, mojada y resbaladiza, detenerme a escuchar el eco de los pasos que ya no andan, con prisas, parándose en cada escaparate, seguir por el Sireno, ver la biblioteca de Vinos, contar las luces y luego buscar el inicio, desde donde se ven las puestas de Sol detrás de CÃes, y allÃ, al fondo, CÃes y el mar.
Y bajar las escaleras, temerosa de tropezar, como siempre ante escaleras ajenas, y bajar rodando hasta abajo, 10, 20, 57 tal vez?. Y luego girar a la derecha, y apenas se lee Alma, y se me encoje el alma cada vez que pasé y cada vez que siga pasando, y ese cachito de cielo, que se ve por una rendija, y ese trocito de cielo que es ese Alma que conocà por destino, porque tenÃa que ser y que ahora echo de menos, para perderme, para olvidarme que el mundo existe, entre tus discos, tus cafés con chocolate y tus cervezas tostadas y dulces...