...levantarme después de que el despertador haya sonado alrededor de 15 veces seguidas, sonreir pícaramente al recordar el sueño de los últimos quince minutos. Desayunar cafe con leche y bizcocho de piña y chocolate. Comprobar que está medio nublado pero que la ropa que tendí anoche se ha secado y huele bien. Ducharme. Irme de compras con mi madre. Que me regale una chaqueta molona. Volviendo a casa recibir un mensaje a mitad de camino, ¿almorzamos? Pues claro. Te y tostadas con tomate. Risas. Volver a casa y encontrar aparcamiento a la primera. Ir al mercado, comprar pescado fresco. Que llegues a comer antes de lo previsto, que me audites, comer atún con tomate caramelizado y queso contigo, beber vino contigo, comer chocolate contigo, sentarme en el sofá incómodo... contigo. Enseñarte la zona donde navegaré durante las próximas tres semanas, darte envidia, mirarte de reojo. Que me lleves al fisio, festear durante 25 minutos sentados en el coche, ir al fisio. Más risas. Salir después de una hora en otro planeta y tropezar con un puesto de frutas. Descubrir que me apetecen fresas. Comprar unas fresas preciosas y decidir que me voy a casa andando. Caminar y comer fresas mientras Delafé me canta al oído. Hablar contigo por teléfono, comprobar que te echo de menos y que me hubiera gustado verte, pasarme por tu casa y tomarme un te contigo, quedar para mañana, tener ganas de verte. Sonreir. Llegar a casa y encontrarla calentita. Ponerme unos zapatos y que nos vayamos a cenar juntas. Más risas, que un autóctono me diga que la ciudad a la que me voy me va a encantar, que voy a disfrutar mucho. Beberme un gintonic suavito. Que mi nuevo jefe me escriba para decirme que todo va a ir bien. Sonreir de nuevo. Sentir el fresquiito de la noche. Llegar a casa calentita. Lavarme los dientes. Comprobar que puedo actualizar mi blog desde el teléfono. Hacer un repaso de las cosas que me están pasando. Sentirme afortunada. Sonreir de nuevo. Hoy ha sido un gran día.