...un vestido, y con esta ya van cuatro las prendas de ropa que pierdo...cualquiera podrĂa pensar que es causa de las noches de lujuria que evocan las pĂ©rdidas de ropa, pero nada mĂ¡s lejos de la realidad. Es lo que tiene vivir en un tercero y que el tendedero de a una terraza cuyo propietario nunca estĂ¡ en casa.
La primera vez se me cayĂ³ una camiseta, nada muy espectacular, llevaba poco tiempo viviendo en el edificio asĂ que me vestĂ con mi mejor sonrisa (no sĂ³lo claro), y bajĂ© a conocer a mi prometedor vecino, ese que habĂa imaginado alguna vez, ya que todos cuando nos mudamos albergamos la oculta esperanza de que nos toque un vecino al que nos nos importe ir a pedirle la sal una y otra vez. Mientras esperaba en la puerta podĂa oir el fĂºtbol a un volumen que sĂ³lo presagiaba una horda de hoolingans. DespuĂ©s de un rato de espera, la puerta me la abriĂ³ un señor de unos 70 años al que obviamente estaba molestando con mi interrupciĂ³n, cuanto mĂ¡s cuando en ese momento marcaron gol...Perdone, se me ha caĂdo una camiseta en su terraza...¿quĂ© terraza?, ¿quĂ© clase de persona vive en un piso con terraza y no sabe que tiene una terraza?, despuĂ©s de los minutos interminables que conllevan cantar un gol el señor cayĂ³ en la cuenta de que probablemente tuviera terraza, y que probablemente mi camiseta estuviera allĂ tirada, y por ello, probablemente, se dignĂ³ a ir a averiguarlo. Un par de semanas despuĂ©s se me cayĂ³ un calcetĂn...pero ya no habĂa narices de ir a pedĂrselo, me bajo a los chinos y me compro 10 pares a 1 euro antes que volver a bajar.
Tres o cuatro meses despuĂ©s pusieron la casa en venta, pero yo ya me andaba con mucho cuidadito de no volver a tirar nada, no fuera a ser que el prĂ³ximo vecino fuera peor...aunque bien pensado, tenĂa una nueva oportunidad del esperanzador vecino...
En cualquier caso, ya me cuidaba yo de no repetir las hazañas...pero claro, con el tiempo una se relaja y en las Ăºltimas tres semanas han sido dos calcetines (y ya van tres), que han sido cuidadosamente colocados en el tendedero del primero, y un vestido, y claro por un vestido aĂºn me arriesgo...asĂ que desde hace dos semanas me dedico a llamar a la puerta del primero a razĂ³n de 4 veces al dĂa. En un principio pensĂ© que no habĂa nadie, pero esta mañana me he asomado a mirar si mi pobre vestido seguĂa tirado en mitad de la terraza, abandonado, y he visto que lo habĂan recogido y colgado junto a mis tres calcetines desparejados...
Yo ya no sĂ© quĂ© pensar, no sĂ© si tengo un vecino psicĂ³pata que se dedica a coleccionar mi ropa y cuando llamo a la puerta me espĂa por la mirilla y se rĂe en silencio, no sĂ© si dejarle un nota en el ascensor, en el buzĂ³n o si seguir llamando a la puerta, lo que me da un poco de miedo, todo hay que decirlo....lo que sĂ© casi seguro es que puedo dejar de contar con mi vestido para mi fondo de armario, que debo tener mĂ¡s cuidado a la hora de tender y que desde luego, asĂ nos sitien el edificio, la sal no irĂ© a pedĂrsela a Ă©l...
La primera vez se me cayĂ³ una camiseta, nada muy espectacular, llevaba poco tiempo viviendo en el edificio asĂ que me vestĂ con mi mejor sonrisa (no sĂ³lo claro), y bajĂ© a conocer a mi prometedor vecino, ese que habĂa imaginado alguna vez, ya que todos cuando nos mudamos albergamos la oculta esperanza de que nos toque un vecino al que nos nos importe ir a pedirle la sal una y otra vez. Mientras esperaba en la puerta podĂa oir el fĂºtbol a un volumen que sĂ³lo presagiaba una horda de hoolingans. DespuĂ©s de un rato de espera, la puerta me la abriĂ³ un señor de unos 70 años al que obviamente estaba molestando con mi interrupciĂ³n, cuanto mĂ¡s cuando en ese momento marcaron gol...Perdone, se me ha caĂdo una camiseta en su terraza...¿quĂ© terraza?, ¿quĂ© clase de persona vive en un piso con terraza y no sabe que tiene una terraza?, despuĂ©s de los minutos interminables que conllevan cantar un gol el señor cayĂ³ en la cuenta de que probablemente tuviera terraza, y que probablemente mi camiseta estuviera allĂ tirada, y por ello, probablemente, se dignĂ³ a ir a averiguarlo. Un par de semanas despuĂ©s se me cayĂ³ un calcetĂn...pero ya no habĂa narices de ir a pedĂrselo, me bajo a los chinos y me compro 10 pares a 1 euro antes que volver a bajar.
Tres o cuatro meses despuĂ©s pusieron la casa en venta, pero yo ya me andaba con mucho cuidadito de no volver a tirar nada, no fuera a ser que el prĂ³ximo vecino fuera peor...aunque bien pensado, tenĂa una nueva oportunidad del esperanzador vecino...
En cualquier caso, ya me cuidaba yo de no repetir las hazañas...pero claro, con el tiempo una se relaja y en las Ăºltimas tres semanas han sido dos calcetines (y ya van tres), que han sido cuidadosamente colocados en el tendedero del primero, y un vestido, y claro por un vestido aĂºn me arriesgo...asĂ que desde hace dos semanas me dedico a llamar a la puerta del primero a razĂ³n de 4 veces al dĂa. En un principio pensĂ© que no habĂa nadie, pero esta mañana me he asomado a mirar si mi pobre vestido seguĂa tirado en mitad de la terraza, abandonado, y he visto que lo habĂan recogido y colgado junto a mis tres calcetines desparejados...
Yo ya no sĂ© quĂ© pensar, no sĂ© si tengo un vecino psicĂ³pata que se dedica a coleccionar mi ropa y cuando llamo a la puerta me espĂa por la mirilla y se rĂe en silencio, no sĂ© si dejarle un nota en el ascensor, en el buzĂ³n o si seguir llamando a la puerta, lo que me da un poco de miedo, todo hay que decirlo....lo que sĂ© casi seguro es que puedo dejar de contar con mi vestido para mi fondo de armario, que debo tener mĂ¡s cuidado a la hora de tender y que desde luego, asĂ nos sitien el edificio, la sal no irĂ© a pedĂrsela a Ă©l...
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